La semana pasada no estuve en Roma, viajé a Madrid para presentar mi novela. Y la vuelta ha sido movida; mudanza a un nuevo barrio, ponerme al día con «trabajo» atrasado, recolocarme de nuevo en la ciudad… Y toda esta perspectiva que he tomado, ha sacado a la luz mis motivos para amar el lugar en el que ahora vivo.
Hoy he salido temprano a pasear y recopilar información para poder escribir este artículo que tanto disfruto.
Así que he andado durante horas. Al llegar a casa de nuevo, el marcador de kilómetros del teléfono decía que había recorrido ¡once kilómetros!
Si piensas en escribir, el paseo es tu mejor aliado.
Yo lo hago mínimo dos horas al día. Después, me sale todo solo. Parece que se eliminaran barreras interiores y esto, me permitiera acceder a información que está ahí, esperando que la rescate y la comparta.
Mientras caminaba, me preguntaba sobre qué hablaría hoy. Pero el tema no venía. No me llegaba la inspiración. Lo que aparecía no me seducía lo suficiente. Y escribir, como cualquier acto creativo, tiene que ser apasionante. Que te haga salir corriendo a dar forma a eso que te brota, porque ahí precisamente está la Gracia de todo.
A la inspiración no hay que forzarla, de hecho si lo haces, se esconde hasta más ver.
Según iban transcurriendo los kilómetros bajo mis zapatillas, iba olvidándome de buscar el tema y empezaba a enamorarme de nuevo de Roma.
Las relaciones hay que cuidarlas, y Roma y yo necesitábamos nuestro tiempo de intimidad para reencontrarnos.
Amar es tener la intención de ello.
No sé decirte la de veces que me he dicho hoy «¡cómo amo esta ciudad!». Cuando lo sentía me daba un pequeño escalofrío en el cuerpo y la mayoría de las veces, alguien me sonreía (porque esto se contagia).
La alta vibración no se queda en ti.
Pero seguía sin saber de qué hablar.
He parado para comerme una pizza al taglio cerca del Coliseo. En Forno Da Milvo.
Siempre que me he mudado en Roma, voy a pasear hasta el Coliseo para ver la distancia a la que nos encontramos. Esto me ayuda a saber dónde estoy (en el más amplio sentido de la frase).
Me ha llamado un amigo de Madrid para charlar un rato, no nos pudimos ver la semana pasada. Me ha preguntado qué tal me encuentro por aquí. Y sin darme cuenta, le he contado el artículo de hoy, mis motivos por los que amar esta ciudad. Se lo he transmitido con tanto corazón que sé que le he dejado con ganas de venir.
¿Cómo no?
Cuando hablas desde el pecho, el mensaje llega siempre a sus destinatarios.
Pero no te creas, aún no sabía sobre qué escribir. No lo había visto todavía. Y ya camino de vuelta, en uno de los semáforos a pocos minutos de casa, se me ha cruzado una furgoneta con un YO AMO ROMA enorme serigrafiado.
¡Eureka!
Entonces ha ocurrido lo que te digo. He ido corriendo (casi literal) a escribir porque el artículo estaba saliendo y no quería perderme ni una palabra.
Por esto y para esto escribo. Para experimentar una y otra vez la magia de la creatividad ocurriendo a través de mí.
Por lo tanto, estos son mis siete motivos por los que amar Roma. Son los míos. Así yo veo y siento Roma. Espero que te lleguen.
1. Su gente.
Las personas de Roma (y es posible que del resto de Italia, aún no lo sé), están llenas de vida. Son vitalidad y alegría pura. Siempre sonríen y ríen. Una cosa que me fascina es que enseguida rompes el hielo con ellas. Son muy cercanas. Y cuando entras a donde sea y te saludan con ese «SALVE!» a todo volumen (porque hablan alto), no puedes dejar de contestar al mismo nivel de energía. No sé, a mí me tienen encantada. El otro día, comiendo en una pequeña trattoria, la camarera, además de hablar conmigo desde la otra punta del local con una sonrisa luminosa, se puso a bailar cuando escuchó una de sus canciones (por lo visto) preferidas, y contagió a casi todos los que estábamos allí. Y estas escenas me las encuentro a diario. Es un gustazo. Sí, por la gente lo primero.
2. La belleza monumental.
Esto ya lo he escrito en artículos anteriores pero es que me deja patidifusa. No creo que me acostumbre nunca (ni quiero que me ocurra). En mi paseo de esta mañana, he descubierto nuevos lugares y he vuelto a otras basílicas a las que siempre entro a estar en silencio un rato, me es imposible evitarlo. Ayer, hablando con un romano, me dijo que me prepara cuando visitara aquello que está más a las afueras o que no se encuentra en las guías. Por lo visto es alucinante también. Roma es eterna, verdad absoluta. Y además, esta explosión artística es alimento para la creatividad, algo que, en mi caso, deseo nutrir a diario. Roma es perfecta para ello.
3. La gastronomía.
Mi sentir es el siguiente; que tropieces donde tropieces, comes bien. El producto es magnífico. Eso mismo le contaba al conductor que me llevó a mi nueva casa el lunes, y él me contestó con total seguridad: «es que en la mesa no se bromea». Y es cierto. Se come de lujo allá donde vayas. Y el producto de los supermercados y mercados, es excelente. Estoy aprendiendo mucho de cocina italiana. Me encanta hablar con quienes que hacen cola en la compra y preguntarles qué tipo de queso es mejor para el puré de verduras o si el pesto que venden es bueno. Lo gozo, literal. Roma me ha conquistado, entre otras cosas, por el estómago. Amar es esto también.
4. El caos.
Sí, a mí su supuesto caos me gusta mucho. Será porque nunca llevo prisa, será por que el caos rompe todos mis esquemas mentales y me convierten en una persona mucho más adaptable y flexible. O será que el arte y el caos van de la mano. No lo sé, pero a mí me parece que su caos es parte de su encanto y su atractivo. Es la entidad de la ciudad, y si fuera ordenada y predecible, no sería Roma, sería otra. Amar Roma es enamorarse también de su «desorden».
5. El mar.
Roma tiene playa a veinte minutos. Por la mañana, me lo recuerdan las gaviotas que veo volar enfrente de mi ventana. También las escucho, y tengo que hacerme a la idea de que, efectivamente, el mar está al lado. Todavía no he ido mucho, pero sé que está ahí y que puedo disfrutarlo cuando me apetezca. Me estoy tomando mi estancia romana con mucha calma, para saborear cada uno de sus regalos. El mar lo será en su momento, pero desde aquí, se le siente. Y a esto se le une el clima templado de la ciudad, lo que hace que ahora que estamos en las puertas del invierno, se agradezca bastante.
6. La oferta cultural.
Roma está llena de salas de exposiciones, monumentos, teatros, festivales, personas inquietas dentro de la industria del cine, la literatura, la pintura…. Estoy conociendo gente muy interesante, y a quienes son como yo, almas hambrientas y deseosas de arte en todas sus facetas, este es un punto importante. Ocurre como con el mar, sabes que está ahí y puedes acceder a ello siempre que quieras. Hoy por ejemplo, en mi paseo, he encontrado un espectáculo de ópera lírica en un lugar de ensueño en el centro, al que probablemente iré antes o después. Le più belle aire d’opera, en la chiesa di San Paolo entrale mura, por si quieres ir. Y estos pequeños/grandes inputs que la ciudad te ofrece, a mí por lo menos, me atraen muchísimo.
7. Su magnificencia.
Roma es magnífica. Cuando llueve, llueve a lo grande, con rayos y centellas. Con ruidos y luces. Es parte de su personalidad. Su sonido, su tráfico, sus habitantes, su velocidad. Todo ello forman una entidad poderosa y sólida. Roma es segura de sí misma, se hace notar, sabe lo que vale, y no te deja inadvertida.
Las ciudades, como las personas, tienen sus características propias. Yo estoy aprendiendo muchísimo de esta que he elegido (o que me ha elegido).
Sé que Roma tiene mucho que contarme y que enseñarme. Yo estoy atenta a cada uno de sus latidos.
Amar es conectar con el corazón, y creo que Roma y yo, nos hemos conectado muy bien.
Al fin y al cabo, Roma es Amor, pero leído desde dentro.
4 comments
Es la segunda vez que te leo y me encanta, vivo en Roma desde hace años y leer tu visión de recién llegada me hace valorar está ciudad de nuevo.
¡Cómo me alegra que sea eso lo que te hace sentir leerme! Mil gracias por tus comentarios, Isabel. Y feliz reencuentro con la ciudad. Un abrazo grande.
Tal cual lo cuentas!!! así es Roma y asi se enamora uno d ella, yo en 4 dias, tu con mucha suerte …..todo el tiempo q te apetezca!!!Mucha suerte, besos.
¡Gracias Isabel! Sí, Roma tiene mucho que ofrecerme, soy muy afortunada. Espero poder transmitirte lo que voy descubriendo y así, estás un poquito tú aquí también. Un abrazo enorme.